Después
de aproximadamente un mes sin escribir algo en este espacio, quisiera decir que
en un día cambió todo. Me atrevería a decir que en un segundo, en el que una
bala fatal atravesó el cuerpo de un chamo llamado Bassil, después de él han sido casi 30 balas fatales en protestas, más los heridos, más los que mueren todos los días en nuestras calles por causa del hampa. Sin embargo, creo que esa primera bala fue el detonante del cambio y entendimos que para tener el país que queremos no
podemos resignarnos y callar ante una situación repleta de injusticia, sino que
debemos hablar y actuar.
Luego
de eso vino la represión. A través de la fuerza aplicada por parte del Estado,
las acciones se tiñeron de desesperación y pasión enardecida, y las voces en
gritos e insultos. Llegando así a una situación llena de odio, violencia e
intolerancia.
Efectivamente,
en Venezuela tenemos una situación muy compleja que se ha extendido por una década
y media, y la cual no voy a proceder a describir. Sin embargo, sí voy a
mencionar que no solamente quienes han estado en el poder y lo líderes
políticos de la oposición son los responsables. Todos quienes tenemos una
cédula de identidad venezolana somos responsables.
Somos
responsables porque dejamos que sucediera: abandonamos la calle, abandonamos al
casa, abandonamos la familia, abandonamos el país, nos metimos en la burbuja de
"ese no es mi peo" (perdón el francés) y tomamos una actitud
escapista, individual y de auto engaño. En cierta manera, nos convertimos en
seres pasivos y automáticos - un poco lo que quiere el gobierno de turno.
Después
de comentarle esto a mi psicoanalista, ella me dijo que adicional a eso, ella
veía una actitud maníaca en toda esa situación, dicha actitud viene a partir de
Cadivi. Poco a poco, en nuestra mente, Cadivi de viajero/estudiante se convirtió
en una especie de escape pagado con dólar barato y hacemos todo lo posible por
sacar provecho del mismo. Y allí caí en cuenta que en mi caso, no solamente lo
he hecho en plan vacaciones, sino en plan estudios afuera con intentos fallidos
de quedarme fuera de Venezuela, huyendo del problema, de la realidad y del
desastre.
Así
que, evidentemente, también es mi culpa.
Y me
pregunto, ¿Cuántos como yo existen? (Incluir aquí a los que sí se quedaron
fuera del norte de América del Sur). ¿Cuántos como yo escaparon o quisieron
escapar?
En mi
caso, no todos los casos son iguales, siempre he vuelto. Admito que no ha sido
precisamente por el deseo de volver al trópico, sino por obligaciones del
destino.
Creo
que a mis 28 años, nunca había vivido una situación tan compleja, tan diversa y
tan fluctuante emocionalmente. Creo que nunca pensé que estaría en una
situación así, donde plantearme cosas a mediano y largo plazo me genera tal
ansiedad que simplemente pienso y planifico el futuro inmediato y el día a día.
Y eso me genera tranquilidad, ya que la vida es no se puede planificar.
Ahora
bien, y a pesar de todo lo anterior, esta vez no quiero huir de Venezuela.
Pero, entiendo que para poder lograr nuestros objetivos de bienestar y
realización ciudadana, debemos cambiar para que nuestra lucha y resistencia
tenga el resultado más favorecedor posible. Y para poder ver cambios
colectivos, tenemos que cambiar individualmente.
Si
pedimos inclusión, no podemos discriminar al otro. Si pedimos amor, no podemos
odiar al otro. Si pedimos verdad, no podemos mentir. Si pedimos paz, no podemos
ser violentos en ningún nivel: actos, pensamientos, palabras. Si pedimos
cordura, no podemos ser locos. Si pedimos lógica, no podemos ser ilógicos. Si
pedimos respeto, no podemos irrespetar. Si pedimos tranquilidad, no podemos
atacar al otro. Si pedimos que se cumpla la constitución, no podemos violarla.
En fin, si queremos ver algo materializado en nuestra realidad, no podemos
actuar de forma contraria. Debemos ser coherentes con nuestras peticiones y
actos.
Para
finalizar, quisiera decir que el cambio interno requiere mucha paciencia,
inteligencia, amor y sensatez. Es un trabajo de todos los días y no debemos
rendirnos. Debemos abrir lo ojos, estar conscientes de nuestras acciones,
ejecutar las que sumarán en el bienestar de todos y no solamente verificar si
los actos de los demás son correctos.
Obsérvate
y conviértete en el cambio que quieres ver en el mundo.
Paz
para ti y para Venezuela,
Vicky
PD1: ¿Y
el Santitraining? Sinceramente, hubo unos días de mediados de febrero con
actividad física nula, pero a pesar de todo y en pro de la constancia, ha sido
retomada, junto con las demás actividades de meditación, alimentación, etc
PD2: ¿Tiene que ver este post con el Santitraining? Sí, porque la bolsa que estoy llenando de peticiones, promesas, intensiones y acciones antes de ir al Camino.