15 noviembre 2009

Dominguear: dícese del arte de no hacer nada el domingo.

El domingo es el día del señor. La única obligación que los cristianos-apostólicos-romanos tenemos este día es ir a encontrarnos con El Señor en su casa. Sin embargo, muy pocos lo hacemos, porque el domingo es el día donde el arte de la relajación se pone en práctica.

El domingo, lo aprovechamos para dormir, descansar y morsear como Dios manda. Eso de despertarse temprano, comer rápido y no ver televisión durante el primer/séptimo día de la semana es un pecado mortal. Luego de pasar en cama hasta las 12 del mediodía aproximadamente, el domingo lo aprovechamos para hacer cosas esenciales como comer rico, compartir con la familia, culminar los quehaceres del hogar de los cuales huímos durante la semana, a saber: lavar la ropa, limpiar la casa, organizar las cosas, entre otros.

Por ejemplo, hoy efectivamente es domingo (fecha: la misma de publicación de este post), me desperté a las 12:30 m luego de aproximadamente 10 horas de sueño, posteriormente desayuné dos croissants, jugo de naranja y fresas. Acto seguido, pensar en el almuerzo. Para seguir con la tradición, me preocupé en almorzar algo rico, ya que el resto de la semana me enfrentaré nuevamente a la comida del país del colesterol. Pelé las papas, las puse a hervir, lo que se convertirá en un rico puré de patatas. Eso estará acompañado de pollo y ensalada.

Ahora bien, con respecto a los quehaceres del hogar, tengo miles de millones, peeeerooooo como es domingo solamente me encargaré de lavar mi ropa. Cabe acotar que si no la lavo no tendré que vestir en la semana. Así que la cosa es urgente.

Otra de las actividades favoritas para hacer un domingo son las correspondientes a la vanidad: cortes de cabello, secados, manos, pies, cejas, piernas, lo que sea para aumentar la atracción y a su el amor por uno mismo. Eso también esta contemplado para este domingo obviamente.

Lo bueno del domingo es que todas las actividades para el alimento del alma se hacen de una manera relajada y por eso es que efectivamente los domingos son una maravilla. ¡QUE VIVAN LOS DOMINGOS DOMINEGUEROS! Por cierto, vale destacar que efectivamente no es un día de vagancia (Nótese todas las actividades descritas anteriormente), simplemente se trata de un día de total y rotundo relax.

PD: Por lo visto me quemaré en las pailas del infierno, ya que no hay tiempo para estresarse yendo a misa luego de tanta tranquilidad dominguera.

Amén!

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